EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN
“Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”. Jesús recrimina a los maestros de la Ley que querían apedrear a una mujer sorprendida en adulterio. “El que de vosotros esté sin pecado que arroje la primera piedra”, y se marcharon. Les hace ver su interior para descubrir que no son mejores que la mujer que ha pecado, porque aunque cumplan muchas leyes, su interior también alberga algunos o muchos pecados, son como sepulcros blanqueados, blancos por fuera pero llenos de podredumbre en su interior; juzgan a los otros por sus caídas y pecados, pero son incapaces de mirar en su interior y descubrir su propia fragilidad y pecado; en el fondo, se creen mejores que los demás, juzgan, critican y señalan a los otros pero incapaces de mirar su interior, descubrir sus propias faltas y cambiar. Como buenos cumplidores de la ley, poca falta les hace el Señor, unos perfectos ateos.
Y nosotros, ¿somos de juicio y crítica fácil?, ¿miramos nuestro interior para descubrir nuestras debilidades y poder así vencerlas? Cierto es que nos cuesta mirar hacia adentro, pues es más fácil hacia fuera, ver los pecados y defectos ajenos; pero la grandeza de una persona y un creyente es mirar hacia su interior con el fin de mejorar siempre; y en esa mirar hacia dentro podemos llevarnos la gran sorpresa de descubrir una presencia que siempre ha estado ahí, silenciosa, pero ahí, podemos descubrir al Señor.
FELIZ SEMANA, ÁNIMO A TODOS
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