Evangelio de san Juan 16, 23b-28
“Viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente”. Referencia a la pasión, demostración vivencial del amor de Dios Padre; y ya no se trata de hablar de Dios con imágenes sino desde la vida de cada día. Esto lo traducimos en que no sólo basta hablar del amor de Dios sino que tenemos que vivir el amor de Dios en los encuentros con los otros, con los familiares, amigos, etc.; no sólo hablar sino vivir el mandato del Señor. Jesús de Nazaret no sólo hablaba sino que vivía el amor de Dios Padre, en sus encuentros con la gente humilde, los menesterosos, los enfermos, leprosos, pecadores, etc., les hablaba del amor de Dios Padre; y hoy esa presencia eres tú, somos nosotros. Muchas veces somos la única Biblia que mucha gente lee. Por eso, además, tenemos que ser claros en nuestro lenguaje, que sea actual, palabras que lleguen a la gente; y no hay palabras que mejor lleguen que las del propio testimonio, las que nacen del corazón. La Biblia nos trae palabras de Dios que han pasado por el corazón del pueblo, la experiencia de fe de tanta gente que ha encontrado en el Señor la felicidad y el sentido de la vida que estaban perdidos. Por eso la Biblia es también agradecimiento al Dios de nuestra fe por su palabra, su amistad, su presencia, por su amor. Diálogo de dos que se quieren.
Feliz día.
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